En términos generales la generación de un cuerpo de leyes que rija el comportamiento social cumple con muchos objetivos. La regulación de las relaciones entre los individuos de una sociedad, de manera de obtener el máximo de armonía es uno de ellos. El incremento de la eficiencia de la sociedad en la búsqueda de sus metas, es otro de los objetivos de las leyes. La búsqueda de la justicia, es otra de las razones por las que necesitamos una estructura legal. Pero cuando abordamos el problema desde el punto de vista del individuo de carne y hueso, que està sometido al imperio de la ley, podemos citar dos elementos que juegan un papel fundamental: el primero es la INCERTIDUMBRE y el segundo la FRUSTRACION.
La incertidumbre es un factor que toca la fibra misma que conforma nuestra naturaleza como seres humanos. Nuestro cerebro tiene capacidades limitadas. Cuando esas capacidades se desbordan, nuestro comportamiento se ve alterado. La incertidumbre es la mayor fuente de estrés en nuestra sociedad. Una de las maneras de disminuir la incertidumbre es la existencia de un cuerpo de reglas claras que nos permita asumir como cierto, que si las cumplimos, seremos protegidos por el resto de la sociedad, y que si las transgredimos, seremos castigados por nuestros actos. Cuando esas reglas no se cumplen, cuando la protección no se hace efectiva, o cuando la trasgresión no es castigada, entonces una parte importante de nuestra estabilidad emocional se ve vulnerada. El producto natural más evidente de este proceso, es la frustración.
La frustración que genera violencia.
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