domingo, 24 de junio de 2007

José Luis Fernández Palacios ….mi heroe


José Luis Fernández Palacios herrero de profesión, HEROE de corazón. No lo conocí. No supe quien fue. En la vida solo supe de su muerte. En su muerte vive mi esperanza. La esperanza de que mas como él existan en nuestro país. En nuestro hermoso país. En Maracay (Edo. Aragua, Venezuela) un día como hoy, una semana atrás decidió exponer su vida, por salvar la vida de otros. Ellos, a los que no conocía. Ellos, que hasta ese momento vivían su vida en paralelo con la de él. Seguramente con sus fortalezas y debilidades, con sus sonrisas y lagrimas, con sus realidades y sueños. Ellos que estuvieron a segundos de no ser más. Ellos que hoy tienen nuevamente la oportunidad de conseguir, de construir, de volver a soñar. Esos sueños que gracias a José Luis Fernández Palacios podrán volver a se soñados. El digno herrero donó su vida sacando al conductor de una camioneta, que en esos tristes momentos del destino, fue embestida por otro vehículo que venia en sentido contrario. Al momento de sacar al conductor, ya José Luis Fernández Palacios había rescatado a 17 personas, incluyendo 5 niños. Lamentablemente la camioneta explotó cuando mi HEROE rescataba al conductor. Este último murió al instante. José Luis Fernández Palacios murió 48 horas después con quemaduras en el 92 % de su cuerpo. Si él no es mi HEROE, quien más podría serlo. Si él no es tú HEROE quien más puede serlo. José Luis Fernández Palacios donde quiera que estés GRACIAS. Donde quiera que estés PAZ.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En días pasados, venia por la autopista regional del centro, a la altura de Palo Negro y me toco vivir uno de los momentos más increíbles, tristes o sin sentido de los innumerables de mi vida. Por problemas con los estudiantes, la guardia nacional tenía cerrado el peaje de la encrucijada lo que ocasionó una cola de 7 Km, según los informes que daba la radio.
Por momentos, grupos de vehículos circulaban por la separación central de la autopista, que a esa altura es de grama y de fácil acceso. Me imagino que tú ves clara la situación, un grupo de personas que por una u otra razón deciden respetar la ley y hacer la cola que sea necesaria y otro grupo de “vivos” que piensan que no importa lo que hagan, si es en su beneficio, esta bien hecho. Pobre de los “pendejos” que se calan esas colas, dirían muy orondos.
Pasado el tiempo, ya la congestión del “canal” central también se torno fastidiosa. Y en este momento vino lo mejor, adivina, una gran cantidad de vehículos comenzó a circular por el canal contrario de la autopista. Sí, tal cual te lo digo, circulaban a más de 80km a contra vía. Viendo la situación le comenté a mi acompañante que se bajara y viera lo dantesco de la escena. Carros que viajaban por la autopista como si se encontraran en la carretera de los llanos, separados sólo por la franja blanca que pintan en el asfalto.
Comenté que todo el que se come una flecha es un potencial asesino, que desprecia su vida y la de los demás. Le conté que conocí a dos personas que murieron, en distintos accidentes, envestidos por un vehículo que se comía una flecha. Es difícil explicar el sentimiento que se experimenta por la pérdida de un amigo o conocido por la simple razón de que hay otro que desprecia la vida, que desprecia al ser humano.
Y es aquí donde te digo que hay un hecho que concatena tus reflexiones. El desprecio, el desprecio a la vida, a la libertad, al conocimiento a todo lo que no sea el “YO”. ¿Recuerdas a aquellos reyes, faraones y dictadores que se pensaban “Dioses”?, ¿Recuerdas como terminaron?. Todos cayeron, todos pasaron a la historia como tiranos. Basaron sus ideas en el desprecio a los demás, pensaron que sólo ellos eran los únicos y que el debatir de ideas era para los “pendejos”.
Por eso insisto, hay que fomentar valores. Valores que nos permitan dejar de ser “pendejos” y de esa forma podamos ver, sin odio ni rencores, como caen los tiranos.
Por eso, mi amigo, te digo: Todo aquel que en esta época sea capaz de ver un acto tan desinteresado como el de José Luís Fernández Palacios y sentirlo como lo expresas, es un héroe. Pero no mío sino de la universalidad.

AJMR