Hasta el siglo XIX la mayor parte de los descubrimientos e inventos que impactaron la vida del hombre ocurrieron por casualidad, por suerte, por bondad de los dioses. La fábula de Prometeo ilustra este aspecto muy bien. En el siglo XX finalmente tomó cuerpo y empuje un proceso que se inicio el siglo anterior y que se caracterizaba por la producción sistemática de conocimiento con objetivos a corto, mediano y largo plazo. El fin último era impactar a la sociedad de una manera positiva. Hoy se estima que el 70 % de la riqueza económica que se produce en el mundo esta constituida por conocimiento. Mientras mas conocimiento se produce, el grado de formación que requieren los seres humanos para producir mas conocimiento se vuelve mas grande. El rol que tienen que cumplir las Universidades bajo esta realidad es la de producir mas conocimiento y preparar los recursos humanos idóneos para que esta revolución cognoscitiva no se detenga.
Soberanía alimentaria vs soberanía cognoscitiva…
Cultivar una hectárea de arroz es más fácil que incrementar la productividad de esa misma hectárea un 200%. Ordeñar una vaca para obtener 4 litros de leche diariamente es mas fácil que producir una vaca que produzca 80 litros de leche al día. Producir un kilo de maíz que cueste 10 Bs. es más fácil que producir uno que cueste 1 Bs. La diferencia en todos los casos es el conocimiento autóctono que nos permita lograr lo que cada vez es más difícil, pero cada vez más indispensable para nuestra propia sobrevivencia. Sin ese conocimiento la soberanía alimentaria nunca será posible. Producir conocimiento cada día se hace más costoso, y para un país como el nuestro en un mundo competitivo, solamente con el aporte de todos como sociedad es que será posible financiar su producción. Es por esa razón que las universidades son las llamadas a producir ese conocimiento.
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